La sintonía producto-mercado en tu PYME
¿Lo que quiere nuestro cliente (incluso potencial) o lo que nosotros creemos que es “la bomba”? Nuestro subsconciente emprendedor a veces nos juega malas pasadas. Es bastante común crear productos/servicios – o su evolución en el caso de estar ya en el mercado- atendiendo sólo a nuestro “olfato”. Pero como dice Marc Andreesen,
“lo único que importa es que haya unión entre el producto y el mercado”
Sin esa sintonía producto-mercado, lo único que tendremos como PYME será papel, planes, ideas, pero no una empresa con negocio y por tanto será dificil monetizar esas ideas.
Lanzamos 3 ideas de cómo conseguir esa “regla dorada de la PYME“: ajustar el producto y tu mercado.
1.- Entiende las necesidades de tu cliente
El cliente tiene un problema y nosotros como PYME tenemos que tratar de resolversela. El camino NO es el contrario. Un paso previo a entender sus necesidades es entender quién es tu cliente. Pero este tema ya lo abordamos en este post. Y para entender las necesidades, no hay nada que sustituya a la relación personal, a las preguntas, al contacto directo con el cliente. Las encuestas y estudios son una ayuda, pero siempre recomendamos esos 30 minutos con el cliente que nos darán una visión mucho más real de sus verdaderas necesidades.
2.- Quien mucho abarca poco aprieta
Idea muy refranera, pero no menos importante. Ir al mercado con muchísimas propuestas es un riesgo. Merece la pena ir ajustando por fases tu portfolio y validando las características de nuestros productos de una manera más concreta.
Pero claro, ¿cuáles elegimos?. No hay una ciencia, pero si os dejamos algunas ideas: tendencias de tu sector, aquellos huecos que la competencia está dejando sin resolver bien. Pero no olvides tu intuición. No podemos dejarla de lado, esas características que te llevaron a querer lanzar ese producto porque creías que resolvían problemas del cliente, debes testarlas de la manera más real posible: la entrevista con el cliente.
3.- Construye tu credibilidad
Parece obvio, pero no lo ponemos en marcha con frecuencia: crea una historia, interioriza el mensaje, hazlo tuyo, repítelo tantas veces como sea necesario, cuéntaselo a todo el que sea potencial cliente para ir mejorándolo. El objetivo final es demostrar al cliente que su problema tiene solución con nuestro producto/servicio. Y que nuestra empresa, nuestra marca lleva implícito en su ADN esa solución que ponemos a su disposición.
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